1.2.2.- Además, debemos recordar el apoyo moral recibido casi de continuo hacia la idea por el Prof. León Castro, catedrático de Patología Médica, en cuya parcela de actuación sanitaria debería desarrollarse. Sin embargo, tal desarrollo, tanto activo como organizativo, se debe a un reducido grupo de médicos adscritos a la citada cátedra, que fueron los que la llevaron a cabo. Mencionemos en este sentido a los doctores José A. Milán Martin, Tomás Guzmán Valencia y José Cabrera Serrano, quienes, dirigidos por este último, y con la esporádica participación del Dr. Juan Muñoz González, formaron el núcleo inicial que florecería después en el actual servicio de Nefrología.
1.2.3.- Cuando se iniciaron estos balbuceos de depuraciones extrarrenales, el Dr. Cabrera acababa la especialidad de medicina Interna y se adentraba en la Nefrología. Los Dres. Milán y Guzmán se especializaban también en ambas.
1.2.4.- El brusco cambio que por entonces sufrían las especialidades médicas pugnando por auto determinarse dentro de la gran Madre Medicina Interna, hacía frecuentes los episodios no ya de incomprensión sino de crítica acerva y despiadada que fácilmente se convertían en burlescas sátiras. La envidia y la pérdida de poder en parcelas hasta entonces dominadas por otros especialistas, eran las causas más frecuentes de estos enfrentamientos que llegaban en algunas ocasiones hasta lo personal. Una frase muy en boga en aquella época: Se murió con el potasio normal, da fe de cuanto contamos.
1.2.5.- Además de la ya citada formación sobre Patología Médica, adquirida en la cátedra del Prof. León Castro, el Dr. Cabrera Serrano realizó cursos sobre la materia en los servicios de Nefrología de la clínica de la Concepción (Fundación Jiménez Díaz- Dr. Hernando Avendaño), Hospital de San Pablo y club de diálisis del Dr. Rotellar en Barcelona, así como una asistencia de 6 meses de duración en el hospital Necker de París, bajo la dirección del Prof. J. Hamburger.
1.2.6.- Sobre las bases formativas descritas, se desarrollaron los Protocolos Nefrológicos, que se apoyaron además en textos clásicos en la materia, de los que citamos:
“Nefrología” de Hamburger
“ Acute Renal Failure” de Merryl
“Diseases of the Kidney” de Strauss-Weltd
“Técnicas de Reanimación” de J. Hamburger
“Insuficiencia Renal Crónica” de Rotellar
También se utilizaron para tales fines revistas especializadas, Cuadernos Nefrológicos del Hospital Necker, Presse Medical, Nephrology, etc.
1.2.7.- La primitiva idea ya apuntada de iniciar hemodiálisis en el hospital de las Cinco Llagas, no pudo llevarse a cabo por el también mencionado divorcio entre Universidad y Diputación que obligó a la primera a abandonar el hospital que durante años había sido sede de la Facultad de Medicina. Sin embargo, en la sala de San Cosme, Servicio del Prof. León Castro, se fabricó un cubículo destinado a albergar el primer monitor, aunque nunca llegó a funcionar.
La Facultad traslado sus dependencias sanitarias y docentes el hospital de San Pablo, antiguas dependencias utilizadas por el ejército norteamericano durante sus estancia y permanencia en Sevilla. Era este un conjunto de barracones que una vez habilitados para sus nuevos fines, conformaron un complejo sanitario de varios pabellones o cuerpos. En uno de ellos, el Central, se ubicaron servicios especiales como quirófanos, reanimación, unidad coronaria y hemodiálisis.
La primitiva unidad de hemodiálisis quedó constituida por una habitación lo suficientemente amplia como para albergar cómodamente dos camas hospitalarias y dos monitores, un precario puesto de vigilancia y un reducido almacén. Las instalaciones de agua y electricidad eran provisionales y fueron realizadas y después mantenidas por técnicos de propio centro.
La problemática era pues elemento exigido en tal templo de la provisionalidad y la improvisación, sobre todo en lo que se refiere a cuanto se derivaba de su deficiente infraestructura.
Como el agua…
La dureza del agua del lugar la invalidaba para su uso y la solución era importarla de otras zonas de Sevilla, lo que, según peculiares acuerdos entre organismos oficiales, correspondía a los bomberos. Y en más de una ocasión este cuerpo social, a los que desde aquí recordamos con cariño y agradecemos su gestión de entonces, avisados de nuestra sequía acudían presto a golpe de sirena para remediar el entuerto que la precariedad de medios convertían en emergencia.
1.2.8.- La primitiva unidad de hemodiálisis constaba de dos monitores: Un R.S.P TRAVENOL y un CENTRY I de COBE-PALEX
1.2.9.- Sobre las citadas bases, la Unidad desarrolló sus funciones. Durante los siguientes meses no hubo ampliación ya que ésta estaba condicionada al traslado a la unidad definitiva en el nuevo hospital de la Facultad de Medicina en construcción.
Durante la permanencia de la Unidad en el hospital de San Pablo, no podemos precisar con exactitud en tiempo, la dotación de personal fue la misma que en los comienzos, no así el número de pacientes crónicos a tratar que llegó a 6, en turnos de mañana.
Sin embargo, como unidad nefrológica cubría guardias de 24 horas y atendía cualquier problema relacionado con la patología renal, bien en su vertiente aguda como crónica.
1.2.10.- La problemática surgida en los primeros meses de funcionamiento de la Unidad se generaba con tres grupos de factores:
Factores inherentes a los recursos materiales: lógicos en cualquier inicio funcional y subsanables en la medida en que las disposiciones económicas del centro y la buena voluntad de sus gestores así lo permitían.
Factores relacionados con la formación de personal: sobre todo la necesidad de un rodaje en las técnicas y la tendencia hacia al autodidactismo determinado por las propias necesidades y características de la Unidad.
Factores iatrogénicos: determinados por la propia diálisis (hipotensiones, mareos, hemorragias, etc.) que provocaban entonces más temores y preocupaciones que accidentes desagradables en sí. Afortunadamente no tuvimos que lamentar incidentes mayores.
1.2.11.- En realidad, quizás por los planteamientos iniciales, la necesidad de una Unidad de Hemodiálisis en el Centro se generó rápidamente y a los pocos meses de funcionamiento, los nefrólogos tuvieron su papel de hecho y de derecho en la plantilla médica del hospital. Por tal circunstancia entraron sin cuestionarse sus roles en las nuevas instalaciones del Hospital Universitario.